Bajo el piso donde los elefantes pesan,
bajo la tierra donde las piedras hablan,
donde siempre hay la oscuridad suficiente para gritar, para tocarse,
para sentir calor.
Ahora lejos, ahora, más cercano que nunca,
ahora perdido en la fragancia del aire donde perdí tu sabor.
A la deriva, fuera de quienes saben hablar de ella,
fuera de quienes no piensan en ella.
Quedó solo una huella,
una parte en mi cuerpo donde tatuaste tu nombre, tu escencia.
Quedémonos en vernos allá en el séptimo cielo,
donde siempre hay espacio para mover los brazos y agitarlos mucho,
donde no existe un suelo que pisar y podamos flotar a nuestro ritmo.
Es ahora cuando comprendo que cada día muero
y al siguiente vuelvo a morir.
Siempre las intenciones se van desvaneciendo,
la moral se va cayendo y mi cuerpo va corriendo.
En estos días que me espera, la batalla será dura,
dura como la temperatura bajo cero,
dura como presionar los dientes de furia.
...Era en la mañana cuando recordé que estaba vivo.
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