Faltó conocer el verdadero deseo, el acercamiento de esos mundos, el rozar de esas mentes.
Son papeles tirados en el suelo, arrugados todos, escritos en tinta negra y bañados de sudor que apuran el agitar del tiempo.
Faltó tener ese tiempo de conocer tu casa, tu sagrario, ese corazón que estaba sangrando por falta de agua, de aire.
Sentir el único aliento de ella, ella, ella. Conocer los momentos mas añorados y que nunca pudiste recordar, los momentos mas extrañables y que eran inherentes a ti, ahora estan todos muy lejos de ti, muy solo, muy aparte.
Estrecho siempre, sin el oxígeno suficiente para suspirar, siempre agitado. Tomar la primera bocarada de aliento en ese cuarto oscuro, con polvo y telarañas, asi como esa mirada que siempre se volteaba a mirar a otro lado a darte la espalda te mató. La señorita de los hombros caidos, la excusa siempre referente de las penas, de las agonias del lado izquiero de tu alma, el más sensible, el mas vulnerable.
Eres un sello, una firma, un gesto, una caricia.
Cambiar de nota, respirar otros aires, cambiar de humor y soltar una que otra lagrima, harán un bien por ti. Has debido de extrañar los momentos en que el agua de tus ojos hayan de desinflar tu garganta y liberar emociones unicas, porque solo las unicas son infinitas y benditas.
Ahora esperas por el sol, por el dedo levantado, y por la voz gruesa que viene de tu estómago. Fue hora de abandonar los minutos, de retroceder los segundos y de matar el momento, me despido con la mano derecha sobre tu cabeza.
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