Bajo el piso donde los elefantes pesan,
bajo la tierra donde las piedras hablan,
donde siempre hay la oscuridad suficiente para gritar, para tocarse,
para sentir calor.
Ahora lejos, ahora, más cercano que nunca,
ahora perdido en la fragancia del aire donde perdí tu sabor.
A la deriva, fuera de quienes saben hablar de ella,
fuera de quienes no piensan en ella.
Quedó solo una huella,
una parte en mi cuerpo donde tatuaste tu nombre, tu escencia.
Quedémonos en vernos allá en el séptimo cielo,
donde siempre hay espacio para mover los brazos y agitarlos mucho,
donde no existe un suelo que pisar y podamos flotar a nuestro ritmo.
Es ahora cuando comprendo que cada día muero
y al siguiente vuelvo a morir.
Siempre las intenciones se van desvaneciendo,
la moral se va cayendo y mi cuerpo va corriendo.
En estos días que me espera, la batalla será dura,
dura como la temperatura bajo cero,
dura como presionar los dientes de furia.
...Era en la mañana cuando recordé que estaba vivo.
sábado, 24 de julio de 2010
jueves, 15 de julio de 2010
Carta al solitario
Faltó conocer el verdadero deseo, el acercamiento de esos mundos, el rozar de esas mentes.
Son papeles tirados en el suelo, arrugados todos, escritos en tinta negra y bañados de sudor que apuran el agitar del tiempo.
Faltó tener ese tiempo de conocer tu casa, tu sagrario, ese corazón que estaba sangrando por falta de agua, de aire.
Sentir el único aliento de ella, ella, ella. Conocer los momentos mas añorados y que nunca pudiste recordar, los momentos mas extrañables y que eran inherentes a ti, ahora estan todos muy lejos de ti, muy solo, muy aparte.
Estrecho siempre, sin el oxígeno suficiente para suspirar, siempre agitado. Tomar la primera bocarada de aliento en ese cuarto oscuro, con polvo y telarañas, asi como esa mirada que siempre se volteaba a mirar a otro lado a darte la espalda te mató. La señorita de los hombros caidos, la excusa siempre referente de las penas, de las agonias del lado izquiero de tu alma, el más sensible, el mas vulnerable.
Eres un sello, una firma, un gesto, una caricia.
Cambiar de nota, respirar otros aires, cambiar de humor y soltar una que otra lagrima, harán un bien por ti. Has debido de extrañar los momentos en que el agua de tus ojos hayan de desinflar tu garganta y liberar emociones unicas, porque solo las unicas son infinitas y benditas.
Ahora esperas por el sol, por el dedo levantado, y por la voz gruesa que viene de tu estómago. Fue hora de abandonar los minutos, de retroceder los segundos y de matar el momento, me despido con la mano derecha sobre tu cabeza.
Son papeles tirados en el suelo, arrugados todos, escritos en tinta negra y bañados de sudor que apuran el agitar del tiempo.
Faltó tener ese tiempo de conocer tu casa, tu sagrario, ese corazón que estaba sangrando por falta de agua, de aire.
Sentir el único aliento de ella, ella, ella. Conocer los momentos mas añorados y que nunca pudiste recordar, los momentos mas extrañables y que eran inherentes a ti, ahora estan todos muy lejos de ti, muy solo, muy aparte.
Estrecho siempre, sin el oxígeno suficiente para suspirar, siempre agitado. Tomar la primera bocarada de aliento en ese cuarto oscuro, con polvo y telarañas, asi como esa mirada que siempre se volteaba a mirar a otro lado a darte la espalda te mató. La señorita de los hombros caidos, la excusa siempre referente de las penas, de las agonias del lado izquiero de tu alma, el más sensible, el mas vulnerable.
Eres un sello, una firma, un gesto, una caricia.
Cambiar de nota, respirar otros aires, cambiar de humor y soltar una que otra lagrima, harán un bien por ti. Has debido de extrañar los momentos en que el agua de tus ojos hayan de desinflar tu garganta y liberar emociones unicas, porque solo las unicas son infinitas y benditas.
Ahora esperas por el sol, por el dedo levantado, y por la voz gruesa que viene de tu estómago. Fue hora de abandonar los minutos, de retroceder los segundos y de matar el momento, me despido con la mano derecha sobre tu cabeza.
sábado, 3 de julio de 2010
Ayer quizás
Hay una sensación diferente,un deseo de extrañeza,
un deseo incontrolable por ver el antiguo agujero de sus ojos,
por buscar esa profundidad que acostumbraba buscar,
pero que siempre era interrumpida por ese muro que construía.
Son pequeñeces -pero son- lo que ahora deseo,
miniaturas que surgen de mi estómago y más abajo.
Esa sensación de resequedad en sus labios por mis labios,
ese erizado de piel por el frío que sentíamos.
Ya nada se compara.
Ganas de acoger su cuerpo tengo,
de ver sus ojos cerrados y saber que está pensando en mis pasos.
Todo eso siento.
un deseo incontrolable por ver el antiguo agujero de sus ojos,
por buscar esa profundidad que acostumbraba buscar,
pero que siempre era interrumpida por ese muro que construía.
Son pequeñeces -pero son- lo que ahora deseo,
miniaturas que surgen de mi estómago y más abajo.
Esa sensación de resequedad en sus labios por mis labios,
ese erizado de piel por el frío que sentíamos.
Ya nada se compara.
Ganas de acoger su cuerpo tengo,
de ver sus ojos cerrados y saber que está pensando en mis pasos.
Todo eso siento.
jueves, 1 de julio de 2010
K
Dejémonos ser libres,
como si no formáramos parte del mismo universo,
como si confiaramos en que siempre caerá la noche
en la que nuestros rostros de reflejen
en la profundidad de nuestras miradas.
Dejémonos correr las horas,
los minutos, los segundos,
porque siempre habrá la necesidad de recurrirnos y estar.
Vayamos a la deriva del tiempo, del espacio,
donde pasemos la barrera del sonido y de los pensamientos,
donde cada intención duela y cada mirada penetre.
como si no formáramos parte del mismo universo,
como si confiaramos en que siempre caerá la noche
en la que nuestros rostros de reflejen
en la profundidad de nuestras miradas.
Dejémonos correr las horas,
los minutos, los segundos,
porque siempre habrá la necesidad de recurrirnos y estar.
Vayamos a la deriva del tiempo, del espacio,
donde pasemos la barrera del sonido y de los pensamientos,
donde cada intención duela y cada mirada penetre.
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