Cosas muy pequeñas, expresadas al máximo detalle, sentimientos profanos contados como quien suelta un grito al viento encontrándote al borde del acantilado. Borde sagrado, borde profano, borde equivocado. Lugar del no lugar, correcto de lo incorrecto, siempre dando vueltas, girando y girando, cual flor amarilla. Cosas que se suponen solas, se sobreponen en nuestras mentes, se explayan en nuestra memoria y e insinúan en nuestro gestos.
El silencio, mi idioma favorito, la mirada, lenguaje más correcto. Ese aliento, con forma sonora que acostumbras soltar de vez en cuando, siempre es aguardada y siempre termina modificando de alguna forma mi composición. A veces ya no se sabe a qué se juega.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario